Con el empeoramiento de las condiciones laborales, reducción de salarios, la dificultad de encontrar un empleo (duradero o precario) y toda una serie de factores relacionados hace que nuestro estrés se incremente de manera exponencial.
Las vacaciones son el único salvoconducto que tenemos para poder seguir un año más: nos ayudan a recargar las pilas y a prepararnos para lo que está por llegar.
No obstante, algunas personas no están listas para volver al trabajo una vez se terminan sus vacaciones y esto es lo que se conoce como depresión postvacacional. Los expertos definen a este trastorno como una sensación de tristeza, melancolía, falta de motivación o de energía para volver de nuevo a la rutina diaria cuando ha terminado el periodo vacacional.
Conviene no confundirlo como una patología, sino que está descrito como un trastorno adaptativo. Los síntomas son muy similares a los que provoca el estrés y suele darse con más asiduidad en personas que tienen un periodo vacacional mucho más extenso de lo normal.
El individuo no se verá capacitado para enfrentarse al alto número de peticiones que se va a encontrar o que se está encontrando en su trabajo, a enfrentar de nuevo la rutina que dejó al irse de vacaciones.
Todos, en cierta medida, experimentamos algunos de los síntomas de la depresión postvacacional, pero no deberían durar más de un par de días (que será el tiempo que nuestra mente y cuerpo necesitan para adaptarse a la rutina). En el caso de que la duración sea mayor es posible que le afecte a nivel psicológico y físico y que necesite de la ayuda de un profesional para encajar la situación.
¿Qué síntomas identifican a la depresión postvacacional?
Los síntomas son muy variados y es que cada sujeto puede sufrir diferentes. En ciertos casos es posible que se presenten todos, llegando hasta a casos de estrés muy agudo, mientras que en otros tan sólo se presentarán algunos. Estos son algunos de los síntomas más habituales:
-Ansiedad.
-Agresividad.
-Falta de energía o de entusiasmo.
-Falta de motivación.
-Decaimiento.
-Hastío.
-Sensación de no poder adaptarse nuevamente a la rutina laboral.
¿Cuáles son sus efectos y cuando se considera grave?
Como ya hemos visto, gran parte de la depresión postvacacional tiene su base en el estrés. Y es que cualquier cuadro de estrés es capaz de afectar nuestra vida, empobreciéndola.
Este tipo de depresión durará unos días, aunque si durase entre 2-3 semanas todavía estaríamos hablando de algo que se considera normal.
No es habitual, pero algunos casos requieren de ayuda profesional. En estas situaciones, los síntomas que ya hemos descrito se complementarán con algunos como palpitaciones, sudores, ansiedad, hiperventilación, temblores, cambios de humor, etc.
Estaremos hablando de un caso claro de depresión postvacacional si el tiempo en el que duran estos síntomas se extiende a un mes. Antes de llegar a esto deberíamos haber acudido al especialista, pero si todavía no lo hemos hecho, no lo tenemos que dudar ni por un segundo.
¿Cómo podemos combatir el estrés postvacacional?
La mejor forma de combatirlo es establecer algunos mecanismos de prevención, como los siguientes:
Adaptación con antelación: No esperes al último momento para prepararte para la vuelta a la rutina. Una buena idea es reservar unos días de vacaciones para preparar la antelación. Por ejemplo, si tienes que madrugar mucho en tu trabajo, puedes aprovechar los dos últimos días de vacaciones para despertarte pronto y así que luego te cueste menos.
Vuelve de vacaciones con tiempo: Similar al consejo anterior; en lugar de volver de vacaciones el día anterior antes de ir al trabajo, deberíamos volver un par de días antes por lo menos. De esta forma nos podremos preparar más física y mentalmente, reduciendo la posibilidad de padecer depresión postvacacional.
Ejercicio físico: Se recomienda hacer algo de ejercicio físico durante nuestras vacaciones. No sólo porque luego nos va a costar menos volver a la rutina, sino porque seguir una vida sedentaria puede afectar drásticamente a nuestra salud, y más si pasamos de una vida activa a una en la que no estamos haciendo nada para estar en forma.
Adaptación de horarios: Otro “truco” que podemos seguir es el de adaptar el horario de forma progresiva a la vuelta de hábitos. En lugar de cambiar el reloj los dos últimos días, podemos ir adelantando poco a poco la hora de ir a la cama y la de levantarnos. Así conseguimos que la mente se adapte de forma progresiva y luego no nos cueste tanto el cambio.
Tómate tu tiempo: Introducirse bruscamente en todas nuestras labores y programación diaria no es bueno para nadie. Sentiremos que no nos ha servido de nada irnos de vacaciones. En lugar de ello, deberíamos adaptarlas en función al nivel de energía que tengamos y a nuestro humor de ese día. No te olvides de dedicar algún tiempo para ti en cada día, para que al menos puedas descansar y desconectar de todo.
Buena alimentación: Es cierto que no es algo que esté realmente relacionado con la depresión postvacacional, pero sin duda puede ayudarte a evitarla. Siguiendo una alimentación equilibrada, eliminando los excesos y tomando alimentos energéticos te puede costar la vuelta un poco menos.
Depresión post-vacacional: ¿Mito o realidad?
Aunque es un problema que cada vez es más importante en nuestra sociedad, no la debemos considerar cómo una enfermedad tal cual, como un trastorno o como un síndrome, si no cómo un proceso de adaptación normal que tiene el cuerpo para adaptarse a la rutina después de nuestras vacaciones. También se puede dar en cualquier circunstancias que produzca un cambio en nuestro estilo de vida (cómo puede ser un ascenso, una mudanza, un nuevo curso, etc.)
Si, además de todo lo anterior, el individuo considera que el trabajo es una actividad negativa y obligada, sin ningún tipo de motivación, es normal que esta “vuelta a la rutina” se les pueda hacer imposible para algunas personas.
Con las recomendaciones anteriores podemos evitar la temida depresión postvacacional.

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