Cada uno tendrá sus propios recuerdos de la Navidad. En mi caso, mis fiestas siempre fueron cálidas, no sólo por la grata compañía sino también por las altas temperaturas. Desde donde vengo, “el fin del mundo”, según el Papa Francisco, siempre hizo calor cerca de estas fechas y sabemos que cuantos más grados hacen más ánimo y más alegría en las personas. O, así pareciera. Es como si viviésemos con un filtro de Instagram donde todo se ve más lindo. Se despierta el interés por hacer cosas, hay más ganas de explorar, de vivir. Y ese es el espíritu que se comparte en cualquier parte del mundo siempre que el verano es testigo de los hechos. No dudo que también debe tener su encanto vivir esos días festivos en invierno. Este año seré testigo para contarlo.
¿Qué nos despierta las fiestas?
Si hay algo en lo que todos podemos coincidir es que sea cual sea la temperatura con la que nos encuentren estas fechas, la sonrisa es igual para todos. En algunos más pronunciada que en otros. De cualquier manera, es felicidad en sí.
Diciembre trae consigo infinitas emociones y las fiestas muchas más. Sentimos nostalgia de todo lo vivido, pero a la vez esperanza por lo que vendrá. Se nos vienen los recuerdos que guardamos con nosotros desde chicos, los momentos compartidos, la presencia de aquellos que ya no están, los anhelos, los deseos y las ganas. Las ganas de celebrar, de soñar, de esperar por nuevas oportunidades, de proyectar y de saber que hay nuevos comienzos.
Vivir el aquí y el ahora
Este momento del año nos provoca que nuestros miedos desaparezcan y que nos adentramos a vivir plenamente, como si esos días fuesen los últimos. En parte, lo son. Ya que nos despedimos de los 365 días que conformaron un año más de nuestras vidas y nos precipitamos a lo nuevo y desconocido, otras 365 nuevas oportunidades.
Y eso es lo lindo de estas fechas y de la Navidad. Uno sale a la calle y empieza a ver más personas sonrientes y menos deprimidas. Se siente el calor y la compañía de las luces. La gente se muestra más relajada y pareciera como si no hay nada que pudiese arruinar este clima. Y cuando hablamos de clima sabemos que las temperaturas aquí no tienen nada que ver.
Navidad toda la vida
Qué lindo sería poder vivir ese sentimiento más veces al año, ¿no? ¿Por qué esperamos a que llegue una fecha puntual en el calendario para hacerlo? ¿Cuanto mejor sería vivir todos los meses (sí, aunque sea una vez al mes) un poco de esta felicidad? Vivir, todos los días como si fuesen los últimos. Sin miedo a perder nada y con el optimismo de ganarlo todo. Es cómo si en este tiempo todo fuese perfecto. Ese desperfecto que encontramos en cualquier aspecto de lo cotidiano, por estas fechas se desvanece. Sólo nos preocupa qué vamos a comer y con quienes vamos a compartirlo.
Yo quisiera vivir así todos los días de mi vida. ¿Y tú? Brindo por más preocupaciones como esas y menos de las que verdaderamente nos preocupan.

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